De acuerdo con el reciente estudio 'La transición de los jóvenes a la
vida adulta. Crisis económica y emancipación tardía' de la Obra Social
La Caixa, siete de cada diez jóvenes españoles de entre 20 y 29 años viven con sus padres. Esta cifra supone un aumento del 23% respecto al año pasado, por lo que estos datos reflejan cómo el contexto económico ha acentuado la dependencia juvenil de la familia en España.
Eduardo Mediero es uno de esos miles de jóvenes que aún no se ha
podido emancipar. A sus 27 años, todavía no ha conseguido encontrar la
ocasión propicia para hacerlo. Y es que las circunstancias no son nada
halagüeñas: lleva ya tres años sin trabajo y sin expectativas de encontrar algo a corto plazo.
"No hay nada, ya casi ni te contratan como reponedor. Como mucho
trabajos esporádicos y temporales, en promociones, pero eso es todo".
Eduardo estudió para ser Técnico Superior de Sonido, pero este título no le ha servido para conseguir un empleo fijo.
Como tantos otros en su situación, no vio otra salida que reciclarse y
ampliar sus estudios para tener mejores expectativas. "El año que viene
termino Ciencias Ambientales y ahora mismo estoy con las prácticas en
empresa", explica, y su idea es "seguir haciendo cursos y más prácticas
para especializarme dentro de mi carrera".
No obstante, este madrileño es poco optimista. "No puedes hacer otra
cosa que estudiar y formarte mejor, pero ni siquiera sirve de mucho".
Asegura sentir "impotencia" ya que respecto a la situación de la vivienda, ve el panorama muy negro. "El alquiler se sigue viendo mal en España, y los sueldos son precarios comparados con los precios. No hay trabajo, la gente no tiene poder económico, no se puede hacer nada".
El estudio apunta que la situación laboral es un factor determinante para la emancipación.
Así, el 18,7% de los jóvenes ocupados de 30 a 34 años y el 43,9% de los
de 25 a 29 años no se ha independizado. Igualmente, en 2011, el 44,4%
de los jóvenes entre 20 a 24 años estaban en paro y el 58,6% de los
ocupados tenía un contrato temporal.
'Sin mis padres no sé qué haría'
Respecto a este tema, Eduardo se muestra tajante. "Sí, cogería
cualquier trabajo que me ofrecieran. Me da vergüenza reconocerlo pero
mis padres me tienen que echar una mano dándome un dinerillo. Y me gustaría ser yo el que les ayude a ellos". Explica, que al quitarle lo que se gasta en el Abono de Transportes a su sueldo de becario, le quedan unos 30 euros para pasar el mes. "Dependo de mis padres. Sin ellos no sé qué haría".
Y es que las circunstancias están haciendo que la familia recupere su
importancia como elemento social. Empujados por la necesidad, muchos
jóvenes, (y no tan jóvenes), se están reintegrando en ella. Como es el
caso de Javier Sánchez.
Javier tiene 30 años y su historia es un tanto atípica. Ya desde
joven le gustó romper estadísticas y tópicos, y a los 20 años se
emancipó. Su sueldo como repartidor de pizzas no le daba "para muchos
lujos" pero le permitía pagar su alquiler. Después de un par de años
decidió probar suerte en Reino Unido y pasó unos meses en Londres, "para
buscarme la vida".
Ahora mismo trabaja en una notaría, aunque su titulación es de
Técnico Superior en Imagen "y dentro de poco, Técnico en Integración
Social", añade. Él mismo se define como "uno de los pocos afortunados
con trabajo", pero no sabe cómo va a evolucionar la situación ya que
según explica "la crisis ha hecho estragos en el sector", y asegura que "los grandes sindicatos nos han apuñalado", ya que por diferentes convenios su sueldo ha bajado un 30% en los últimos años.
No obstante, pese a tener un empleo, Javier decidió volver a vivir en la casa familiar porque, entre otros motivos, su padre se quedó sin trabajo y a su hermano se le llegó a terminar el subsidio por desempleo.
Según explica, "la unión hace la fuerza, se trata de hacer piña".
"Donde comen dos comen tres, igual que una bombilla puede alumbrar a
varios", así que puso en alquiler el pequeño piso que tenía en propiedad para seguir pagando la hipoteca y volvió con su familia con la intención de colaborar en lo que pudiera.
Javier explica que la mayoría de sus amigos y conocidos de su edad
están pasando por una situación parecida. Y comenta que la solución pasa
por "no perder la esperanza y reciclarse por completo, seguir
formándose". "Se trata de cambiar la visión de mi futuro laboral, ya no son trabajos para toda la vida. Quizá haya que dedicarse a algo más manual como la carpintería o la fontanería".
El estudio de Obra Social La Caixa, expone también la situación de la
juventud en nuestro país con respecto a la realidad del resto de
Europa. Una vez más, la diferencia con respecto a los países nórdicos y
centroeuropeos es abismal. Por ejemplo, mientras que en Finlandia la
edad media de emancipación está en los 22,5 años, aquí supera los 28.
Y es que, ya que la situación en otros países es mucho más prometedora que aquí, una de las salidas más viables que ven los jóvenes españoles es salir al extranjero
para poder encontrar un puesto de trabajo. A este respecto, los dos se
muestran tajantes: Eduardo asegura que la única solución que ve a corto
plazo es "marcharse fuera". "Pero me gustaría no tener que hacerlo.
Querría seguir viviendo en España". Javier, por su parte, aunque ya
estuvo viviendo unos meses fuera, se volvería a ir. Aunque afirma que le
pesa mucho todo lo que dejaría atrás, "no sólo la familia, sino la
calidad de vida, la forma de ser española. La idiosincrasia, el clima
"
La emancipación, lo natural
De igual forma hay que considerar la opinión de los padres en este
tema. Javier asegura que sus padres no querían que volviera con ellos
porque "pensaban que la situación se iba a normalizar". Afirma que no se
arrepiente de haberse emancipado en su momento porque "la emancipación
es una respuesta natural y lógica, porque creces y te vuelves más
independiente". Si las circunstancias lo permiten, claro.
A su vez, Eduardo explica que por parte de sus padres no siente presión por irse de casa. "Les gustaría que me pudiera ir, pero por mí, no porque les moleste tenerme con ellos".
Sin embargo, si que siente cierta presión "indirecta" por parte de la
sociedad. "Algunos de mis amigos trabajan fuera, se van asentando
Mientras que yo me veo colgando de un hilo y sin saber si voy a
conseguir un trabajo cuando acabe de estudiar".
Así, motivos como la situación laboral, el precio de la vivienda o la ausencia de unos ingresos fijos
son los que mas restringen las posibilidades de emanciparse. Incluso,
según el estudio de Obra Social La Caixa, el efecto de la tardía
emancipación está retrasando la formación de la pareja y el nacimiento
del primer hijo, de manera que en 2009, la edad media de la mujer al
nacer su primer hijo era de 31 años en España y el 60% de los
nacimientos provenían de padres mayores de 30 años, la media de edad más
elevada de la Europa de los 15.
Además, por si las cosas no fueran ya suficientemente complicadas, se
suman las consecuencias de los recortes del Ejecutivo. Por ejemplo, el Gobierno ha dejado de conceder la ayuda al alquiler para los jóvenes
y ha recortado un 30% del importe a aquellos que ya la estaban
recibiendo, que ha pasado de 210 a 147 euros mensuales. En definitiva, un panorama desolador para el que quiera dejar de vivir con sus padres.
Por último, el estudio hace referencia a la desconfianza de los
jóvenes españoles en los políticos, (los puntúan con un 2,8 sobre 10) y a
la evaluación negativa que hacen de la gestión de los servicios
públicos (más del 50% la considera poco o nada satisfactoria).
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